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Las Unidades de Adaptación Curricular como instrumento rectificador de las trayectórias de fracaso escolar. (Jordi Pujol)

Este mecanismo es uno de los últimos dispositivos que se prevén para la reintegración en el proceso educativo normalizado de aquellos alumnos que corren el riesgo de fracaso escolar. Pero mediante la investigación exploratoria realizada, se observa la posibilidad que este recurso tenga deficiencias de funcionamiento, ya que en muchos casos no se cumple su objetivo final: la promoción e integración de los alumnos hacia entornos menos restrictivos y más ordinarios. Esta no-correspondencia observada entre los objetivos manifiestos y los resultados obtenidos puede ser debido a distintas causas.

En muchos casos, aunque formalmente se tienen claros cuales son los objetivos de las UAC, la dinámica real de las mismas (en el proceso de selección del alumnado y en el desarrollo del instrumento educativo), apunta la posibilidad que el centro docente no considere que este mecanismo tenga realmente este objetivo, lo que hace que la UAC se convierta en una medida más de segregación del alumnado más conflictivo. Por tanto, la UAC se convierte en una medida segregadora de los alumnos, y en muchas ocasiones el propio centro no prioriza el objetivo de promover el alumno hacia entornos menos restrictivos.

También queremos destacar que cuando realmente el objetivo del centro es procurar el retorno de los alumnos hacia entornos menos restrictivos se plantean tres tipos de problemas:
1) Este retorno requiere un nivel de compromiso por parte del resto de profesores que no participa directamente en la UAC. Así, se hace necesaria la implicación directa de todo el profesorado del centro, para garantizar la continuidad de una atención específica hacia estos alumnos en situaciones más ordinarias: ya sea en los créditos o áreas que comparten con otros grupos fuera de la UAC o en el momento de la seva promoción cap a entornos menos restrictivos. Si este compromiso no es decidido y firme los alumnos tienen muchas posibilidades de continuar manteniendo trayectorias de fracaso.
2) Dada la extraordinariedad de la UAC, el retorno al aula ordinaria tiene que ser progresivo, es decir, el alumnado tiene que ser promocionado progresivamente hacia entornos cada vez menos restrictivos y más normalizados. Esto, se tiene que llevar a la practica mediante el desarrollo de todo un conjunto de medidas de atención a la diversidad de diferente nivel de extraordinariedad, en el que la UAC tiene que ser contemplada como el último recurso a explotar. Pero, todo este complejo de medidas y recursos de atención a la diversidad sólo se puede desarrollar en un marco comprensivo en el que el centro contemple la diversidad del alumnado como un motivo para la diversificación del proceso de educación y aprendizaje, respondiendo así al modelo de escuela comprensiva que fomenta la Reforma.
3) En muchos casos la reincorporación de estos alumnos también se hace difícil debido a la configuración de una adhesión emotiva fuerte del alumnado al grupo de UAC, que después es difícil de romper. Este hecho es debido a que en las UAC se les ofrecen: a) formas de educación y aprendizaje más activas y coherentes con sus intereses y necesidades. b) el uso de otro tipo de lenguaje y emmarcación. c) la interacción profesor - alumno es diferente en la medida que se suprime el sobrevalor del "saber" rompiéndose a su vez la división tradicional entre el profesor como "el que sabe" y el alumno como "el que no sabe". Así, el profesor deja de ser el enseñante que por saberlo todo esta por encima del alumnado y pasa a ser sólo un adulto experto en un campo de conocimientos y en la problemática del aprendizaje(1) .

Por lo tanto, en función de todo lo expresado hasta ahora podemos afirmar que se crea una especie de resistencia al retorno al aula ordinaria por parte del alumnado en función de:
1) lo que supone para estos alumnos desvincularse del tipo de educación y aprendizaje que reciben en la UAC para volver al tipo de educación anterior y del cual habían sido rehusados a la vez que ellos mismos lo habían rehusado.
2) lo que supone para estos alumnos separarse de sus compañeros de la UAC con los que han establecido fuertes lazos de unión y amistad.
3) lo que supone para estos alumnos separarse de los profesores de la UAC, para volver al tipo de relación que anteriormente establecían con los profesores del aula ordinaria.
4) lo que supone para estos alumnos volver a la normalidad del sistema que antes los havia echado y que, de alguna manera se havia librado de ellos. La integración en un grupo UAC puede generar cierto sentimiento de discriminación, en tanto que los alumnos pueden sentirse excluidos por el sistema en ser desplazados hacia entornos diferentes y especiales. Y cuando llega el momento de volver a la normalidad se pueden sentir confusos y desconcertados, pues se trata de volver ahí donde antes habían sufrido exclusión.

Así, esta resistencia por parte del alumnado al retorno al aula ordinaria dificulta, aún más, su integración y promoción hacia entornos menos restrictivos.

Tendríamos que concluir afirmando que todo este proceso(2) se podría evitar si de partida la educación fuese así en todos los casos, la cual cosa requiere un consenso unánime de todos los agentes implicados en la tarea educativa (profesionales de la docencia, AMPAS, agentes políticos, sindicatos, patronal...) sobre cual tendría que ser el tipo de aprendizaje en los centros, a partir de unos principios y criterios comprensivos y democráticos concordantes con los ideales iniciales que fomentan y configuran la Reforma.

En este sentido creemos que cualquier proyecto de integración del alumnado con necesidades específicas especiales tiene que comportar necesariamente:
*Una dotación de recursos humanos suficientes según el número de alumnos con necesidades especiales.
*La autonomía y la flexibilidad de organización del ciclo y de la escuela.
*La dotación de recursos materiales, económicos y técnicos suficientes.
*La formación adecuada para afrontar las dificultades derivadas del cambio de contexto escolar, muy especialmente por lo que hace referencia a la secundaria obligatoria.
*La voluntad de trabajo en equipo por parte del profesorado y explícitamente en el tema de la integración.

Per tanto, tenemos que intentar ofertar una escuela abierta a todo el mundo, que no quiere ser discriminatoria sino solidaria con los más necesitados. La falta de formación del profesorado, la falta de recursos, y hasta la falta de sensibilidad ante las situaciones que se crean en las escuelas a causa del nombre de alumnos a atender, el desconocimiento de las características propias o de la falta de recursos internos y externos cuando se presentan nuevos alumnos, con nuevas condiciones, dejan al profesional de nuestras escuelas con un grave sentimiento de impotencia(3).

Nos encontramos con unos profesionales de la docencia que mayoritariamente (y así lo manifiestan) no están suficientemente preparados pedagógicamente para atender correctamente a este tipo de alumnos. Y es aquí donde la administración y los agentes educativo tienen que jugar un papel importante: dotando de recursos pedagógicos realmente útiles a estos profesionales de la docencia. La voluntad y las ganas de hacer las cosas bien hechas ya están presentes, ahora sólo hace falta un suporte pedagógico de coherente al que poderse refugiar en momentos de desconcierto. Y cuando se reclaman recursos pedagógicos no nos referimos únicamente a cursillos, cursos de reciclaje y conferencias, sino a una apuesta mucho más valiente y decidida que no implique crear una escuela paralela.

(1) Esta idea también la expresa Fernández Enguita en su libro La escuela a examen.
(2) Al hablar de "todo este proceso" queremos hacer referencia a la utilización de este tipo de recursos que consideramos segregadores para atender a los alumnes con necesidades educativas especiales.
(3) Esta idea también la formula M. Company en su libro Una escola per a tots. La socialització de l'alumnat amb necessitats educatives específiques.

Jordi Pujol.

 
 

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