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DEMOCRACIA INDUSTRIAL Y MODELOS DE RELACIONES INDUSTRIALES (Montserrat Martínez).

1. Introducción a los conceptos principales.
El estudio de las relaciones industriales consiste en el análisis de todos los aspectos de las relaciones de empleo, y de él se constata que existen múltiples diferencias entre naciones. Al aproximarse a los factores que generan esta diversidad se construyen marcos explicativos sobre las misma entorno a las dimensiones de las estrategias de los actores, el conflicto industrial, la democracia industrial y la distribución de recompensas económicas. Esta presentación pretende centrarse en la dimensión de la democracia industrial, a nivel teórico, pero para ello es preciso establecer previamente los conceptos de análisis de las diferencias entre naciones.
En las relaciones industriales se distinguen fundamentalmente dos esferas de análisis: la de producción como proceso real de trabajo, en la que se sitúa el conflicto entre planificación del trabajo y libertad en el mismo proceso, y la esfera de distribución en la que prima en el conflicto la idea de imparcialidad relativa. En ambos procesos cabe distinguir y tres actores: patronos y empresarios, trabajo y Estado, y tres mecanismos de canalización del conflicto: resolución individual (a través de la libertad de contrato y ausencia de restricciones al mercado de trabajo), determinación unilateral (por parte de uno de los actores) y modo de regulación plural ( lo que supone una articulación de las diferencias entre los actores a través de sus organizaciones y contemplando la corresponsabilidad).
La perspectiva teórica comparativa supone establecer el impacto de algunas condiciones del entorno claves para analizar la diversidad de relaciones industriales, bajo el supuesto de que la acción social se da en una estructura y procesos sociales globales, y con un tiempo histórico longitudinal pero a la vez determinado o contemporáneo (transversal). De esta manera las relaciones industriales están determinadas por la elección estratégica de los actores los cuales configuran un marco institucional en el operan. Se entiende por estrategia el diseño de acción que supone cierta racionalidad tanto instrumental como con arreglo a valores.
De esta manera aceptamos que el rasgo universal de la relaciones industriales es la existencia de intereses divergentes y comunes entre los actores, que buscan una resolución a sus conflictos tanto en la esfera de la producción como en la de la distribución. Sin embargo existen cuatro factores fundamentales que dan lugar a la heterogeneidad observable de relaciones industriales: la cultura e ideologías, las condiciones político económicas, las instituciones de relaciones industriales y la distribución de poder. El análisis de dichos factores es necesariamente previo a la comprensión de las dimensiones que operan en las relaciones industriales, siendo una de ellas la democracia industrial. Seguidamente se exponen con detenimiento los componentes de los factores de heterogeneidad, con un interés agregado. La idea generalmente aceptada de que en Europa Occidental el marco común recientemente construido de relaciones político-económicas, supone la tendencia a largo plazo de homogeneización de las relaciones industriales y laborales, se ve contundentemente cuestionada por estos mismos factores ya que "después de todo, dar por supuesto que sociedades con diferentes economías políticas y que se encuentran en distintas etapas de desarrollo están convergiendo cada vez más en sus estructuras y procesos de relaciones industriales excede los límites de lo verosímil" (POOLE, 1993, p.33), es más, la ampliación de las formas socioculturales parece indicar un aumento de la heterogeneidad.

2. Los Factores de la diversidad nacional.
Poole discrimina y jerarquiza tres niveles de condiciones que actúan como heterogeneizadores de las relaciones industriales: las condiciones del entorno, las intermedias y las próximas.

2.1 Condiciones del Entorno.
Estas condiciones pueden ser subdivididas en dos dimensiones: las implicaciones políticas y subjetivas y las fuerzas estructurales. La primera debe entenderse a nivel macro e intrínsecamente vinculada con las elecciones estratégicas de los actores. Dentro de las fuerzas subjetivas encontramos conceptos tan complejos como el de cultura e ideología. El primero se entiende aquí como el conjunto de logros humanos tanto creativos como de valores que se transmiten a través de símbolos gracias a la acción, y que a su vez condicionan la acción. Los valores culturales de los actores se expresan en códigos morales, en el diferente compromiso hacia el voluntarismo o rigorismo, el regionalismo, los valores religiosos y en el grado en que la integración y la acomodación social son metas para ellos. En cuanto a las ideologías, estas suponen una determinada concepción del mundo por parte de un grupo que a partir de ella construye un plan de acción. Dichas ideas dan significado a la acción y se manifiestan en el capitalismo de libre empresa, el corporativismo, el pluralismo liberal y la democracia social, el socialismo democrático, socialismo, comunismo y sindicalismo centralizado, y anarquismo y socialismo gremial. Dentro de las implicaciones políticas cabe destacar las políticas económicas y las público legales. Las primeras son diferentes en los países con una organización política socialista en función de si se entiende el mercado como un complemento o como una alternativa al direccionismo económico del Estado. En cambio en las sociedades capitalistas se combinan políticas fiscales, monetarias y de rentas. La combinación de políticas fiscales y monetarias tienen el objetivo de alterar los niveles de empleo. Su aumento durante las décadas posteriores a los años 40 influyó en el aumento del peso del sindicalismo, pero su recesión a partir de los 80 ha influido en un aumento del autoritarismo por parte del empresariado y un descenso en la afiliación sindical. Por otro lado las políticas públicas se pueden orientar hacia la legislación común, comercial, laboral o hacia la política económica y social en términos más generales.
Dentro de las condiciones del entorno dividíamos también las de carácter estructural como condicionantes de la acción pero no como determinantes de la misma, ya en su construcción hay un alto grado de intencionalidad y por tanto la posibilidad de modificación. Dentro de estas estructuras cabe destacar las sociales como fundamento de las desigualdades de estatus, clase y distribución de poder. En su análisis dos perspectivas clásicas las interpretan diferentemente; por un lado Weber las hace efecto derivado de la estratificación social,; por otro Marx y su reinterpretación durante los años 70 y 80, hace énfasis en la distribución desigual de riqueza y renta. Autores contemporáneos como Giddens incluyen factores como la cualificación del trabajo o la propiedad de los medios de producción. Por otro lado las condiciones económicas se refieren a la ligazón entre sistema político y económico. Los autores Gregory y Stuart (POOLE, 1993,p.47.) destacan cuatro dimensiones para caracterizar los diferentes sistemas económicos. Estas son: la estructura de toma de decisiones, los mecanismo de información y coordinación, los derechos de propiedad y los incentivos materiales y morales.
Sin embargo lo que más influye en las relaciones industriales de las sociedades occidentales son las tasas de paro e inflación, como ya hemos indicado anteriormente al hablar de las políticas fiscales y monetarias. En cuanto a las estructuras políticas se ven altamente determinadas por las ideologías que las dominan, pero de nuevo Poole nos propone una tipología recogida de Blondel para una comprensión más accesible. Para Blondel existen tres variables claves: la participación en la toma de decisiones, los medios para llevarlas a cabo, y los fines políticos generales. Estas variables se intervalan en dos dimensiones: el grado de participación de los ciudadanos (oligarquía-populismo) y el grado en que el voluntarismo se tolera o fomenta (liberal-democrático-oligárquico-totalitario). A partir de la combinación de dichas variables e intervalos, Wilensky interpreta cuatro sistemas políticos fundamentales: liberal-democrático, autoritario-populista, autoritario-oligárquico y totalitario. Cada tipo de sistema determina la posibilidad de que en las relaciones industriales intervengan organizaciones de los actores del trabajo y el capital o se integren en el propio sistema estatal. Hay que hacer especial mención al pluralismo ya que difiere del resto de formas políticas por la fortaleza que otorga a los sindicatos y por la centralidad de la negociación colectiva. Asimismo, las características de los partidos políticos también están influenciadas por las ideologías, y su relación con las relaciones industriales determina el tipo de políticas entorno a las desigualdades, y en las esferas de producción y distribución.
Finalmente debemos describir los factores estructurales tecnológicos, legales y demográficos. Los primeros determinan altamente las relaciones industriales pero no contribuyen demasiado a distinguir naciones con el mismo nivel de desarrollo, por lo que son altamente homogeneizadores de los modelos. Pero a nivel legal sí que es un elemento de diversidad el hecho de que existan constitución escrita, ya que está hará predominar el legalismo al voluntarismo, e influirán en el peso y función de las organizaciones de trabajo y capital y en los partidos políticos. Por último la estructura demográfica determina el tipo de relaciones industriales, desde el envejecimiento de la población, al peso de la mujer o la distribución étnica sobre la segmentación del empleo.

2.2. Condiciones Intermedias. En un segundo nivel explicativo de la diversidad nacional, encontramos las fuerzas intermedias compuestas por las influencias cognoscitivas y actitudinales y las influencias tecnológicas y estructurales. Las primeras se subdividen en: las estrategias de las direcciones de las empresas, que abarcan desde la demanda e cualificación, a la planificación de la producción; las orientaciones de los trabajadores y sus representantes según su oposición o convergencia con la acción de la empresa; y el tipo de relación entre el trabajador individual y su organización sindical. Por otro lado las influencias tecnológicas abarcan desde los tipos de tecnología utilizada (manual-mecánica), las dimensiones de la estructura organizativa, la dimensión organizativa y la democracia sindical. Otro nivel de las condiciones intermedias se compone del marco institucional en el que se dan las relaciones industriales, y de él hay que destacar dos tipos aquellos que se dan un marco de prevalencia de la negociación colectiva, y los que no, siendo el primero de ellos el más estudiado y quizás el más frecuente, y el segundo analizable en función del grado de centralización de la toma de decisiones entre los diferentes actores y en las esferas de la producción y distribución.

2.3. Condiciones Próximas y consideraciones complementarias. En este nivel inmediato a las elecciones estratégicas y a la configuración final de los modelos de relaciones industriales, encontramos la relación entre los recursos de poder y los procesos de interacción o acomodación. Así el ejercicio de poder es diferente según existan condiciones integradoras o disyuntivas que generarán resultados armoniosos o conflictivos respectivamente. Sin embargo estas posibilidades teóricas se ven en la experiencia acomodadas en mecanismos de canalización del conflicto, de entre los cuales los más frecuentes son la negociación, la conciliación...

Finalmente cabe tener en cuenta que el conjunto de decisiones finales dan lugar a unos resultados que se acumulan en el tiempo y se transmiten a través de instituciones y a través de la sedimentación de procesos claves en periodos importantes, como los de transición. A diferencia de otros autores (Kerr, Form) Poole se decanta claramente por la opción de que esta multiplicidad de factores han de redundar en un aumento de la diversidad de modelos de relaciones industriales. La multiplicidad de factores analizados hasta el momento nos servirán para establecer una marco de análisis de un elemento sustancial a la hora de comparar modelos de relaciones industriales: la democracia industrial. Por último, y antes de entrar en su detallación, adjunto dos cuadros que hacen más entendedor lo expuesto hasta el momento. El primero consiste en detallar algunas prioridades que Poole otorga a los factores de divergencia en su efecto en procesos concretos de relaciones industriales. El segundo intenta agregar las explicaciones de las diferentes subdivisiones que el autor realiza para detallar los elemento de diversificación de los modelos de relaciones industriales.

3. Introducción a la noción de democracia industrial.
Uno de los temas clave para Poole en cuanto a relaciones industriales es la democracia industrial, así como el conflicto o la distribución de recompensas económicas (POOLE, 1993). El interés por las formas de democracia industrial proviene de la comprensión de que las formas industrializadas de organización de trabajo suponen la perdida de control del individuo sobre su trabajo y la ausencia de participación en la toma de decisiones tanto en el ámbito social como en el de las relaciones industriales, situación que se ve a menudo agravada por el desarrollo tecnológico. "Sin embargo, la determinación de cambiar esta situación impulsó en todo el mundo la búsqueda de los medios adecuados para crear una democracia industrial" (POOLE, 1995, p-14.). Esta dimensión liga con los conceptos de diversidad nacional desarrollados anteriormente, porqué a partir de su conocimiento podemos desarrollar un marco teórico que permita comparar la incidencia de los factores de diversidad nacional y construir modelos de democracia industrial. Asimismo el concepto de democracia industrial va ligado al valor general (que no universal) de que el control democrático puede ser el método para maximizar la libertad del individuo en el trabajo (contra la alienación) así, la democracia industrial esta "diseñada para conciliar los intereses en la esfera de la producción" (POOLE,1993,p-199.). De nuevo los factores culturales e ideológicos y su interacción con las políticas públicas y económicas, así como la estructura institucional de las relaciones industriales pueden dar lugar a diferentes predominancias en cuanto a los modelos de democracia industrial.
El papel de la participación del individuo ha tenido dos aportaciones fundamentales: por un lado Schumpeter y los teóricos modernos optaban por entender que el gobierno responsable supone la esencia de la democracia, mientras que Bottomore aportó la idea de que la participación del pueblo en el gobierno era lo que debía definir a la democracia moderna. Así a través de aportaciones posteriores la participación se ha constituido en pilar de la democracia social y la democracia industrial, entendiéndola como método de solución de algunos de los problemas asociados al aumento de la complejidad de las relaciones sociales e industriales.

4. Dimensiones de análisis de la democracia industrial.


4.1. Racionalidad de los actores. Uno de los aspectos comentados en el estudio de los componentes de los modelos de relaciones industriales es el hecho de que las estrategias de los actores pueden ser explicadas por la orientación de la racionalidad ya sea con arreglo a valores o instrumental. A su vez estas orientaciones globales determinan las posibles formas de democracia industrial. De esta manera podemos distinguir a los tres actores fundamentales en las relaciones industriales:
a) Patronos y empresarios: cuya racionalidad instrumental está orientada a maximizar la productividad, la rentabilidad y la eficiencia a la vez que aumentar la satisfacción de los empleados. En ese caso la preferencia global se manifestaría en formas consultivas y programas de participación a nivel de planta (en el lugar físico de trabajo). Por otro lado su racionalidad con arreglo a valores les orientaría en la búsqueda de armonía y cohesión organizativa haciendo que la tendencia global de este actor se manifestara en la intención de participar en los beneficios y corresponsabilidad en el riesgo de la actividad productiva.
b) Trabajo y sindicatos: cuando la racionalidad instrumental se define por el objetivo de controlar en el lugar de trabajo, de regular el puesto de trabajo y aumentar el nivel salarial y las condiciones de empleo, la preferencia que determinará las estrategias en la elaboración del modelo de democracia industrial, se manifestará en el control sindical y el peso de la negociación colectiva. Desde la racionalidad con arreglo a valores la idea que la guía es el interés por reestructurar el poder social a través de traspasar el control a los trabajadores y familias, lo que redundaría en una preferencia global por el control sindical, la autogestión o la cooperativas de productores.
c) Estado y gobierno: En caso de que la racionalidad instrumental se definiera por el interés de control del conflicto social, la preferencia consistiría en la elaboración de normas legislativas que reforzaran las propuestas eficientes en este sentido. Así, si la racionalidad con arreglo a valores supusiera la búsqueda de la integración social a través de la modificación de las relaciones industriales, de nuevo el uso de instrumentos legislativos definiría las preferencias globales de este actor.

Sin embargo las preferencias teóricas de los actores así definidas, ven determinadas sus manifestaciones reales por otros elementos que cabe desarrollar seguidamente.

4.2. Formas institucionales y distribución de poder. La distribución del poder en la sociedad así como en la esfera de relaciones industriales es uno de los factores que determinará la concreción de las estrategia racionales de los actores. Si partimos de la definición de democracia industrial según la cual esta dimensión "abarca los acuerdos institucionales que facilitan o refuerzan la influencia de los trabajadores y /o sus representantes sobre los procesos de toma de decisiones en los lugares donde desempeñan su trabajo" (POOLE, 1993,p-204.), y siguiendo la categorización del mismo autor, podemos distinguir seis tipos de acuerdos institucionales y de democracia industrial:
1. Autogestión de los trabajadores: el ejemplo más característico es Yugoslavia (la obra data originalmente de 1986, por lo que los cambios en estos últimos trece años pueden hacernos suponer que este ejemplo ya no sea pertinente). Se basa en la existencia de economías socialistas descentralizadas donde el trabajo posee un alto grado de participación en los órganos de decisión, entre los que se incluyen las asambleas, comités de empresa y comités de dirección.
2. Cooperativas de productores: el caso de análisis que elige el autor es Mondragón (País Vasco). Allí existe un atomización de la propiedad y es frecuente la posesión por parte de los trabajadores de acciones y su participación en la decisión empresarial y de distribución de los beneficios.
3. Co-determinación: Caso de Italia, Noruega o Suecia entre otros modelos de relaciones industriales, entre los que el autor destaca Alemania Occidental (de nuevo hay que tener en cuenta la fecha de elaboración de la obra). En este tipo de democracia industrial los representantes de los trabajadores tienen derecho a la participación en la toma de decisiones de la dirección empresarial, siendo característico de este modelo la existencia de economías basadas en la empresa privada. La estructura se basa en la existencia de juntas únicas de doble nivel que supervisan y tienen derecho a voto con representación proporcional de las instituciones de representación de los trabajadores.
4. Comités de empresa: Finlandia, Países Bajos o España comparten este modelo general de democracia industrial basado en la existencia de más de una economía política, y el debate regular de los asuntos empresariales. Los representantes de los trabajadores son electos siendo variable el grado de legalismo o voluntarismo (quizás en España domine el legalismo), y el nivel de representación de los órganos solo por trabajadores o mixtos.
5. Acción sindical: Los modelos basados en esta institucionalización difieren entre sí según predomine la negociación colectiva o la acción integradora de la diferencia de intereses. En el primer caso se destacaría EEUU, con una sociedad pluralista en la que se reconoce el conflicto y se canaliza vía negociación entre sindicatos y empresa. En el segundo destacaría la antigua URSS, en la que dominaba el socialismo de estado o el corporativismo, los sindicatos tendrían poder de determinación en armonía de intereses con el estado.
6. Programas en establecimientos: En este modelo la acción democrática parte del interés del trabajadores en participar de las formas de organización del trabajo, generando nuevos modelos de organización. Sería el caso propio de Países escandinavos.

Se entiende concretamente que la participación es una manifestación de poder, y más aun, como efecto de complejos procesos de organización y distribución del poder asociados a valores fundamentales e históricamente construidos en sociedades concretas. Pero el concepto de poder ha sido interpretado de forma diferente por diversas perspectivas sociológicas, más allá de las distinciones clásicas que Weber realiza sobre poder, autoridad, y dominación. Por un lado se distingue el poder como agente positivo, es decir, como flujo que circula en las relaciones sociales y que puede conllevar consecuencias positivas a nivel social y económico, como pueden ser el aumento de la coordinación del trabajo o la maximización la potencialidad evolutiva de las sociedades. Esta teoría denominada de suma positiva, se encuadra dentro de las perspectivas funcional-estructuralistas (Parsons). Por otro lado autores como Mills, construyendo la teoría de suma negativa, argumentan que el poder puede desarrollar la potencialidad organizativa que maximice la productividad industrial, pero la distribución del poder responde a un juego de suma negativa (o suma cero) en el que el beneficio de un grupo pasa por la pérdida de otro. Consecuentemente los grupos dominantes y los dominados entran necesariamente en conflicto, siendo los último la mayoría que carece de control sobre su propio futuro.

Como hemos visto en la categorización de acuerdos institucionales elaborada por Poole (1993), el poder de los trabajadores sobre los procesos de toma de decisiones se manifiestan en las organizaciones e instituciones sociales de formas diferentes. Esta categorización implica el análisis del poder en sus manifestaciones que incluyen "los modelos formales de control en el seno de las organizaciones, y el alcance y la gama de cuestiones sobre las que cada parte ejercía alguna influencia" (POOLE,1995,p-31.). Así el estudio de los modelos formales de control en el seno de las organizaciones ha dado lugar a la división en siete niveles generales, que podemos asociar fácilmente con la categorización anterior:
1. Individuos en el puesto de trabajo y 2. Grupo o equipo de trabajo: en el primer caso el factor más importante es el grado de cualificación del empleado, ya que a más cualificación mayor libertad de organización individual, pero en el segundo caso el poder de decisión del grupo se ve determinado por aquellas cuestiones que la dirección ha asumido unilateralmente, y que pueden ir desde el tipo de contratación a la duración de la jornada laboral.
3. Sección o departamento: en este nivel de toma de decisiones se han detectado reticencias en la admisión del trabajador como coparticipante. Es el nivel que nos liga con los modelos superiores y más frecuentes.
4. Fábrica o unidad de producción; 5. Empresa; 6. Industria y 7. Economía: En su análisis hay que distinguir entre gobierno y gestión industrial en tanto que decisión de objetivos y fines a diferencia de instrumentos para su consecución. Otra distinción analítica necesaria es la que realiza Schuchman entre cooperación o codecisión de los trabajadores en el proceso de toma de decisiones. En el primer tipo el trabajador no es responsable pero influye en la toma de decisiones, y en el segundo la autoridad y el control son reales. Sin embargo a pesar de la utilidad definitoria de estas distinciones hay que hacer mención a las aportaciones críticas según las cuales hay que tener en cuenta que muchos mecanismos de control no suponen un poder de decisión real, como es el caso en que la supervisión solo conlleva pseudoparticipación ya que la decisión real sigue recayendo en el supervisor con posición jerárquica superior. Estas consideraciones nos aportan la posibilidad de determinar el nivel efectivo de participación o el papel central o marginal de trabajador en la toma de decisiones, más allá de que modelos de gestión cooperativos puedan dar lugar a formas más armoniosas de conducción del conflicto.

4.3. Cultura e Ideología. Por otro lado la racionalidad de los actores y los procesos de institucionalización social, parten del refuerzo de los valores culturales y de la configuración de determinadas ideologías. En este punto hay que hacer mención de la aportación de los teóricos del poder latente que analizan las fuentes del poder social y en relaciones industriales (POOLE, 1995). Así el convencimiento inicial es que ningún grupo puede ejercer manifiestamente el poder sin previamente haber desarrollado su fuente. Dichos orígenes parten de la esfera de los valores. Los valores culturales que fomentan el ideal de organización social hacia la cooperación y el bien común son aquellos que consideran positiva la naturaleza humana así como la existencia de relaciones de confianza, se busca la innovación con vistas a un futuro se planifica estratégicamente, lo que incluye a las relaciones industriales, y se busca la minimización de las jerarquías. Sin embargo se ha argumentado la existencia de una división norte-sur entre los valores culturales dominantes, pero el hecho es que estos son comunes a las tendencias de democratización de las relaciones industriales y sociales.
Por otro lado las ideologías diferencian en estructura y concepción institucional los tipos específicos de democracia industrial, ya que su influencia se halla fundamentalmente en los tipos de mecanismos que se construyen para la participación. Así como ejemplo, podemos citar que en sociedades donde domina el corporativismo el estado es el agente iniciador de la institucionalización del conflicto ya que busca la integración de intereses ( como hemos visto en el apartado de configuración de estrategias básicas). Estas características se manifiestan finalmente en la adopción de la institucionalización de los acuerdos de planificación, la integración de los sindicatos en la empresa y en la sociedad. En este punto la cristalización de los componentes culturales e ideológicos son las políticas públicas que se concretan en disposiciones legales definidas en función de los acuerdos sobre democracia industrial, siendo Yugoslavia, Italia, Noruega, Suecia o Dinamarca, países en los que los acuerdos institucionales, y por tanto las disposiciones legales más fomentan el desarrollo de la democracia industrial. De nuevo Poole nos acerca a una tipología general de los acuerdos institucionales: 1. modelo de perfil bajo, como en Gran Bretaña o Bélgica, donde los actores no tienen regulado su papel en los acuerdos; 2. Modelo jerárquico de un pico: caso de Francia, Noruega o Suecia, donde la toma de decisiones se concentra en la dirección de alto nivel; 3. Modelo jerárquico de dos picos: en los que la decisión es compartida en la dirección y a través de órganos representativos (caso de Italia o Israel); y , por último, 4. Modelo representativo de múltiples picos, que se manifestaba en Yugoslavia.
Pero cabe insistir que los acuerdos institucionales son fruto de las motivaciones e implicaciones subjetivas de los actores, analizables únicamente en la esfera de los valores.

4.4. Estructuras, instituciones y poder los actores. Este nivel que en le modelo teórico de explicación de las diferencias nacionales, se sitúa en un lugar intermedio, también lo es aquí, ya que no explica la diversidad pero sí la caracteriza. A modo de ejemplo el peso de la negociación colectiva afecta los tipos de mecanismos de participación, así, en el caso de Alemania Occidental donde la negociación colectiva está centralizada y los sindicatos son industriales y vinculados a los programas e ideologías de los partidos políticos, existe una predominancia de los acuerdos globales en menoscabo de los acuerdos a nivel de planta. De esta manera la innovación institucional viene siendo una tendencia a largo plazo, pero se presentan diferencias a partir del origen del mecanismo de innovación, pudiendo ser este informal, vía convenio colectivo o por procedimiento legislativo.
Sin embargo lo importante en la configuración de las instituciones de democracia industrial es el factor del poder de los actores que determinará el tipo de institución dominante en un modelo. La distribución de poder es lo que determina las prácticas reales, por lo que el papel del estado como eje central de la distribución de poder es característico de sociedades de socialistas no plurales (URSS) y sociedades de corporativistas (Alemania y Japón). Son modelos en los que prima el legalismo al voluntarismo, y se diferencian fundamentalmente de modelos en los que es estado ha sido limitado en sus funciones y la mayoría de las iniciativas de institucionalizar la democracia industrial parten de el empresariado sensibilizado con las relaciones industriales y en concreto con los recursos humanos. Este es el caso de EEUU. Otra de las propiedades explicativas de la distribución de poder es el hecho de que interviene en gran medida en la configuración de la diversidad nacional si la analizamos desde una perspectiva longitudinal. Por ello, en momentos de lato nivel de conflicto, (político o laboral), se habla de que las respuestas de cada modelo o nación responden "no solo distintas opciones estratégicas, sino, sobre todo, patrones de poder diferentes e interacción entre partidos políticos dominantes, el Estado, el trabajo organizado y los empresarios "(POOLE, 1993,p-223). Por otro lado el hecho de que la distribución de poder social sea una de las grandes dimensiones del conflicto social general y por tanto sus cambios de amplia afectación, hace que el efecto en la democracia industrial se cíclico, y responda a "crestas en la ola del conflicto industrial". Por ello tras la Segunda Guerra Mundial se desarrolla fuertemente la idea e implicaciones de la democracia industrial. Dicho entusiasmo decreció durante los 60 (en España deberíamos hablar de otra periorización) y volvió a crecer a raíz de las crisis económicas de los 70. Los periodos de decaimiento del interés por el desarrollo de la democracia industrial, como es el caso de los años 80, se caracterizan por ser periodos de fuerte desempleo y reestructuración del poder de los trabajadores a la baja. Al contrario, cuando estos momentos se superan y existen gran interés por el desarrollo de la democracia industrial, se refuerzan o se crean mecanismos de control y participación a nivel de fábrica, o el papel de los representantes de los trabajadores en el ordenamiento social general.

5. Conclusiones y reflexión final.
La tesis fundamental de Poole es que las relaciones industriales vienen determinadas y han de ser explicadas por la misma cantidad y complejidad de factores por los que se explica la diversidad de formas de relaciones sociales generales. La cultura y la ideología, las instituciones y las estructuras, y las políticas públicas y legales, son por este orden de importancia, y de poder explicativo los elementos claves para la comprensión de la multiplicidad de modelos de relaciones industriales. A través de su análisis e incluyendo el peso fundamental de las formas de participación en el trabajo ligadas al ejercicio y fuente del poder, nos hemos intentado acercar a las nociones teóricas claves entorno a la diversidad de modelos de relaciones industriales y la dimensión de la democracia industrial.
Por otro lado la participación de los trabajadores en la industria es el contenido de lo que debemos entender por democracia industrial, ya que este es el instrumento que le permitirá controlar su papel en el proceso de producción y en el de distribución, tanto a nivel social como a nivel de relaciones industriales. Sin embargo, las formas y contenidos en que se manifiesta el concepto de participación, deben ser explicadas por los valores culturales e ideológicos y sobre todo por la organización social del poder. Pero la idea clave es que los valores necesarios para que se den formas de democracia industrial no son en sí más que la reproducción e institucionalización histórica de sus prácticas, es decir, "muchos de ellos emanaron de ideologías más complejas o de acciones políticas, mientras que otros surgieron de la propia práctica de la participación y del incremento en sí del poder de los trabajadores" (POOLE, 1995,p-218.).
De este modo a mi entender, los factores que determinan la diversidad de modelos de relaciones industriales y en ellas los modos de democracia industrial, deben ser entendidos de forma crucial en sus procesos de institucionalización. El peso de las estructuras y las instituciones, puede ser analíticamente intermedio e incluso próximo, pero es el marco en que cultura, ideología y poder, se cristalizan y reproducen, por lo tanto son el nivel de análisis que mayor capacidad explicativa puede tener para la comprensión de las relaciones industriales y cualquiera de sus dimensiones parciales.

6. Bibliografía.
POOLE,M.J.F. (1986). Relaciones industriales, Modelos y orígenes de la diversidad nacional. Madrid. 1993.

MTSS. POOLE,M.J.F. (1986). Hacia una nueva democracia industrial. La participación de los trabajadores en la industria. Madrid. 1995. MTSS.

Montserrat Martínez

 
 

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