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LA SOCIOLOGÍA DEL CONOCIMIENTO ANTE LA TEORÍA CRÍTICA Y LA IDEOLOGÍA (Raimundo Otero Enríquez)1.


¿ES POSIBLE UNA SOCIOLOGÍA DEL CONOCIMIENTO DESIDEOLOGIZADA?

La sociología del conocimiento, antes de todo, puede definirse mediante un claro propósito: explicar ciertas ideas a partir de variables sociales o, precisamente, lo contrario. El papel de la sociología del conocimiento consiste en explicar una interacción, es decir: 1/ determinar la relevancia epistemológica que las ideas tienen en la vida social o, dicho de otra manera, 2/ "ocuparse de la forma en que las ideas se manifiestan socialmente y, por lo tanto, de la relación que se produce entre ellas y el cuerpo social en la medida que ambos cohabitan y plantean incógnitas sobre su capacidad dinamizadora" . Ahora bien, si la sociología del conocimiento tiene la aspiración de convertirse en una sociología de las ideas, ¿podrá ésta desligarse en sus investigaciones de la ideología?. Sabiendo que en el estudio científico de las ideas nunca estaremos completamente inmunizados contra el peligro del falso conocimiento -el sentido que aquí hemos querido dar al concepto de ideología-, ¿podrá nuestra disciplina iluminar la caverna del mito platónico para hacer desaparecer esta "sombra"?

En principio, parece haber suficientes evidencias de que la sociología, en sus ciento cincuenta años de historia, ha querido romper en muchas ocasiones "el corsé de la ideología" para articular un trabajo de crítica que quebrase una lectura espontánea de lo social y cambiase total o parcialmente el "orden establecido". Tal y como dice Pierre Ansart, "un pasaje de Marx, una regla de Durkheim son ejemplo de este trabajo de descomposición de los falsos saberes y constituyen, hoy día, otros tantos dispositivos para deconstruir las ideologías" . En consecuencia, la sociología del conocimiento, al igual que cualquier ciencia social, tiene que poseer un espíritu crítico que "descomponga esos falsos saberes", que destruya, por ejemplo, los nuevos "ídolos baconianos" de la posmodernidad. En este sentido, Horkheimer ha descrito muy bien el comportamiento crítico que, en forma de teoría, nuestra asignatura debería desarrollar en toda su profundidad para derribar "corpus" falsos de conocimiento que este autor inscribe en la práctica de una teoría tradicional positivista largamente legitimada en nuestra sociedad y de la que más tarde hablaremos. Concluyendo este apartado, creemos totalmente factible y legitima la pretensión de una sociología de las ideas que sepa separarse de falsas ideologías a través del análisis crítico de la realidad. De eso se trata, de saber reconocer la ideología sin caer en ella de manera pesada y aparatosa para después legitimar verdades asépticas y científicas.

LA TEORÍA CRÍTICA Y LA SOCIOLOGÍA DEL CONOCIMIENTO.
De manera indirecta, en las palabras ya escritas, nos hemos referido a la vieja tensión existente entre una "teoría crítica" y una "teoría tradicional", una de las preocupaciones centrales alrededor de la cual giró la labor investigadora de la primera época de la Escuela de Frankfurt. Esta "dicotomía" nos servirá para describir qué sociología del conocimiento es la que puede ser más interesante para el estudio de la sociedad: una que penetre en el universo de las ideas -siempre realidades inteligibles según Platón- u otra que se centre solamente en el universo técnico-científico sustentado en la empiria y alejado de toda suerte de perspectiva metafísica y cualitativa del conocimiento humano. Una vez leída la primera parte de nuestro trabajo está claro que, en el momento presente y desde el estudio hasta aquí realizado sobre la materia, defendemos la postura de una sociología de las ideas que nosotros hemos querido calificar de "crítica" frente a una sociología de la ciencia "tradicional".

Siguiendo nuestro criterio, el modelo de sociología del conocimiento propuesto, además de tener una naturaleza deconstructora de ideologías como ya hemos visto, debe responder, como parte componente de la teoría crítica enunciada por Horkheimer, de una certera combinación entre teoría y praxis que acabe con el "imperio positivista" en las ciencias sociales. Es decir, nuestra materia, bajo este enfoque, debe reconocerse en los principios de la ciencia empírica sin olvidar un influjo humanista que, alejado de parámetros cuantitativos y sustentado en ideas de gran trascendencia histórica, está obligado a no olvidar puesto que "la noción misma de ciencia sería inconcebible sin un profundo culto a las ideas" . Lo que no se puede hacer es caer en la pretensión positivista de separar -al igual que si trabajásemos con una ciencia natural - la empiria de la teoría, concediéndole únicamente a la primera el pasaporte de la validez científica. ¿Qué ocurre entonces?, ocurre que "en una considerable mayoría de los sometidos se abre camino el temor inconsciente de que el pensamiento teórico -cualitativo, histórico, etc- pueda hacer aparecer como equivocada y superflua la realidad. Con esto es con lo que hay que acabar para vencer un empirismo ciego e ideologizado que, por si solo, no tiene un valor epistemológico adecuado para su teoría" .

En este sentido, la sociología del conocimiento que aquí hemos tildado de "tradicional" hunde sus raíces en un legado positivista en el que las ciencias aparecen sujetas únicamente a la experiencia. En nuestra disciplina, bajo esta perspectiva, sólo tiene cabida el estudio de un conocimiento empírico de la realidad que se reduce a una mera búsqueda de hechos desprovista de toda autoconfirmación filosófica, histórica o, simplemente, humanística. Desde este enfoque se rechaza cualquier postulado idealista, desde este enfoque sólo se valora la teoría que tiene un soporte cuantificable dejando de lado un aspecto crucial del análisis sociológico del conocimiento: el impacto -repetimos- de las ideas en nuestra sociedad.

¿Nuestra asignatura, por lo tanto, debe ampliar el radio de acción de la declaración constitutiva del Programa Fuerte -a través del cual sólo se buscan las causalidades que hacen conocer cuáles son los contextos que permiten el surgimiento de las creencias científicas -? ¿Qué es, pues, más importante?: dedicarse a descifrar por qué la proposición 2 + 2 = 4 se percibe como verdadera o entender por qué la idea de nación puede cumplir con una función simbólica de carácter político que asegura la legitimación de un Estado. Por lo de pronto, la idea de Nación, la idea de Dios, o la idea del bien y del mal han suscitado tamañas pasiones y cambios sociales que por ellas han muerto millones de seres humanos. ¿Cómo medir la fiabilidad de la "teoría rawlsiana" de la Justicia como equidad?, ¿cómo saber a qué tipo de razón práctica tenemos que recurrir para explicar el contenido cognitivo de los enunciados normativos?, ¿puede la teoría de la acción comunicativa de Habermas dar cuenta de por qué un juicio normativo forjado en la sociedad es verdadero?, ¿es posible entonces satisfacer el propósito kantiano de investigar las condiciones formales a las que ha de atenerse cualquier norma para ser válida moralmente? Desde el empirismo ciego del positivismo responder a estas preguntas se nos antoja muy complicado, por no decir imposible.

Para terminar, si nuestra asignatura se convierte, simplemente, en una sociología de la ciencia -siguiendo la línea de investigación iniciada por Merton- que tenga como objeto de estudio a una decena de comunidades científicas, difícilmente, por ejemplo, seríamos conscientes de los efectos que la racionalidad instrumental -la bomba atómica es uno de sus mayores símbolos- conlleva. Efectivamente, siempre según nuestro criterio, contra la neutralidad positivista como forma enmascarada de ideología, contra la gratuita operativización de conceptos, contra la cuantificación vista como un fin en sí mismo, contra la empiria desnuda de teoría, contra todo esto, la sociología del conocimiento debe imponer su verdad desideologizada sin perder de vista la riqueza cualitativa que las acciones sociales, guiadas a través de todo tipo de ideas, producen.

Raimundo Otero Enríquez


1) Licenciado en sociología. Ha sido becario investigador de la Universidad de A Coruña y de la Xunta de Galicia. En el presente año iniciará sus estudios de doctorado.
2) Saavedra, Luis: "Cuestiones de sociología del saber" en SOCIOLÓGICA (Revista de pensamiento social), nº 2, 1997, p 8.
3) Ansart, Pierre: "¿Es ideológico todo conocimiento de lo social" en Duvignaud, Jean (compilador): Sociología del conocimiento. Fondo de Cultura Económica, 1982, pp 33 y 34.
4) Horkheimer dice que el comportamiento crítico "depende de la construcción de la sociedad en su conjunto, (...) y tiene como meta la transformación de la totalidad". Consultar Horkheimer, Max: Teoría Crítica. Amorrortu editores, 1984, pp 239 y 241. 5) Op. cit., 1997, p 17. A este respecto R. K Merton, recordándonos el contenido de su tesis doctoral sobre la ciencia en la Inglaterra del siglo XVIII, dice: "los imperativos ascéticos de la ética protestante, (es decir, un conjunto de ideas religiosas), establecieron una amplia base para la investigación científica al dignificar tal consagración (...) El puritanismo confirma la tesis de que nociones no lógicas (creer en Dios, por ejemplo) pueden ejercer una considerable influencia sobre la conducta práctica". Curiosamente, este autor diría que para garantizar los éxitos de la sociología del conocimiento, ésta tendría que poner coto a sus implicaciones metafísicas a través de investigaciones empíricas que estableciesen así el porqué de la aceptación, difusión y rechazo de las ideas. Por ello Merton no eliminó de esta disciplina el estudio de las ideas en sí, sin embargo el medio a través del cual habría según él que estudiarlas produjo posteriormente un énfasis exagerado en la sobrevaloración de las evidencia fácticas y cuantitativas que nos condujeron a las pretensiones positivistas del Programa Fuerte en detrimento de los aspectos cualitativos del conocimiento. Consultar Merton, R. K: La sociología de la ciencia. Alianza. 1984, p 17.
6) Dice Alan Sokal criticando lo que él denomina "jeringonza posmodernista/estructuralista" de Bruno Latour, Jacques Derrida y compañía: "Cuando aconsejamos a los científicos sociales no imitar a los físicos o a los biólogos, enunciamos algo que equivale a: aun si alguien sostuviera un reduccionismo filosófico, esto no implicaría, necesariamente, que deba utilizar un reduccionismo metodológico. Con esto queremos significar que, aun en el caso de que hubiera una relación de implicación lógica entre física de partículas elementales y sociología, aunque fuera posible deducir la sociología a partir de la física, esto no quiere decir que la física sea el método más eficaz para estudiar la sociología. Más todavía, aun dentro de la física, no siempre es lo más eficaz estudiar el nivel más elemental para explicar el nivel más complejo". Consultar Sokal, Alan: "La física y sus metáforas" en LETRA INTERNACIONAL, nº 65, noviembre-diciembre, 1999, pg 45.
7) Op. cit., 1984, p 263.
8) Consultar Lamo de Espinosa, Emilio: La sociología del conocimiento y de la ciencia. Alianza, 1994, capítulo sobre el Programa Fuerte.

 
 

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