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FUNCIONES DEL TRABAJO.
Los más diversos investigadores asocian una constelación de fenómenos problemáticos al desempleo en tanto que situación social y que estado individual. La epidemiología general y especialmente la patología social suelen relacionar el desempleo masivo con un racimo de síntomas de disfunciones macro y micro sociales, que se hacen patentes no sólo en la población activa desempleada, sino también en la laboralmente ocupada, así como en la que se prepara para estarlo.
En general, se enfatiza los aspectos negativos del desempleo, al tiempo que presupone la importancia de los positivos del empleo. Se presenta a continuación una serie de efectos patológicos del desempleo contemporáneo, por lo que se realiza un inventario de ciertas repercusiones económicas y socioculturales del desempleo masivo, es decir, la repercusión del desempleo sobre el propio desempleado, tanto en sus niveles generales de salud y funcionamiento personal como sobre su identidad y vida social.

A) TRABAJO E INGRESOS ECONÓMICOS.
Podemos considerar que el trabajo en su dimensión económica es el medio principal a través del cual la persona se relaciona con la sociedad y contribuye al mantenimiento de la misma. Este vínculo entre la persona y la sociedad posibilita, además, un sentimiento de participación y utilidad. La primera función del trabajo es, por tanto, la de proveer de los medios necesarios para poder subsistir.
Estar desempleado supone, una disminución de los ingresos y, por tanto, de la calidad de vida. Pese a la importancia de las recompensas materiales, el trabajo es algo más que un medio de supervivencia.
Diversas investigaciones indican que el trabajo cumple otras funciones además de la de proveer de recursos económicos.

B) TRABAJO E IDENTIDAD.
Uno de los objetivos de la socialización infantil es el aprendizaje de conocimientos que permitan al joven insertarse con posterioridad en el sistema productivo. El período de la adolescencia también tiene una importancia destacada en la construcción de la identidad. Si bien es cierto que la relativa facilidad de encontrarse desempleado, junto con la inestabilidad en el empleo pueden hacer disminuir el valor del trabajo, la contradicción entre los contenidos de una socialización ocupacional previa y la no obtención de un puesto de trabajo, pueden suponer un retraso en la formación de una identidad individual y social, una difusión de la identidad e incluso una desorganización de la personalidad.
En este sentido, podemos afirmar que el empleo sirve para dar una imagen de nosotros mismos, al mismo tiempo que provee de una posición y estatus reconocidos socialmente. El lugar de trabajo, al establecer una continuidad en las relaciones sociales, sigue siendo, principalmente en las sociedades urbanas, el núcleo donde tienen lugar los procesos de identificación y pertenencia a una comunidad.
Cabe mencionar, por último, otra de las consecuencias provocada por el desempleo, un incremento en el nivel de autoconsciencia en una situación caracterizada por la dependencia de los otros en la definición de sí mismo y por un deterioro en la presentación social o apariencia externa, la cual incide, en los cambios sufridos en la identidad individual y social de la persona desempleada.
Por otro lado, la ambigüedad en el rol de la persona parada y la situación de estatus subordinado que a veces se produce en la relación con la propia familia, pueden afectar también su bienestar psicológico.
En resumen, que el trabajo es un componente básico en la definición de nosotros mismos.

C) TRABAJO Y ACTIVIDAD.
Hendrick (1955), desde una perspectiva psicoanalítica, señala que el trabajo está asociado a la necesidad innata de desarrollo corporal e intelectual y añade a los principios de placer y realidad, el principio de trabajo en la explicación del desarrollo de la actividad humana. Para este autor, la idea subyacente al principio del trabajo es que la manipulación y el control del medio son necesidades innatas.
Aparte de estas consideraciones más teóricas, diversos estudios han confirmado la importancia del trabajo en la realización de una actividad estructurada. Así, por ejemplo, Jahoda y otros (1933/72) describían la situación de los desempleados en su estudio, de la siguiente forma: ""Entre las pocas actividades verdaderas, en los intervalos caracterizados por la espera del mediodía, la inactividad es tan absoluta como la falta de un uso inteligente del tiempo".
Como resumen, podemos afirmar que mantenerse activo y ocupado es una de las principales motivaciones para trabajar, y que uno de los mayores costes psicológicos de estar desempleado es, el de la inactividad.

D) TRABAJO Y RELACIONES INTERPERSONALES.
El que la mayoría de los trabajos necesiten para su realización de una interacción con otras personas, explica que la pérdida del puesto de trabajo suponga para muchos trabajadores una situación de aislamiento social. Cabe mencionar el estudio realizado por Warr y Payne (1983), en el que se señala que el desempleo aumenta las relaciones sociales; conclusión a la que llegan otros estudios como el realizado por Frölich (1983).
Al mismo tiempo, en otras investigaciones se indica que la frecuencia de relaciones sociales con amigos, familiares o compañeros de trabajo no parece contribuir en la predicción de cambios psicológicos en personas desempleadas.
La explicación de estos contradictorios resultados puede deberse a que, al establecer comparaciones, no se han tenido en cuenta diferentes variables para explicar en qué situaciones el desempleo está asociado a una disminución de las relaciones sociales. Los sentimientos de vergüenza o deslegitimación, el tipo de hábitat (rural o urbano), la edad y las dificultades económicas son algunas de las variables que pueden afectar la reducción de contactos sociales tras la pérdida del empleo.

E) FUNCIONES PSICOSOCIALES DEL TRABAJO.
Los resultados de las investigaciones ya comentadas tienden a confirmar la hipótesis de Jahoda (1979), según la cual el salario no es la única función derivada del empleo, sino que éste cumple otras funciones de carácter latente de las que se deriva su significado psicológico, que dan cuenta de la motivación positiva hacia el mismo y entre las que podemos destacar las de definir el estatus y la identidad, imponer la realización de una actividad y proveer de relaciones sociales. Si bien todas estas características dependerán del puesto de trabajo desempeñado, las dificultades que encuentran las personas desempleadas para beneficiarse de ellas es un apoyo indirecto, pero suficientemente sólido, a la importancia otorgada al empleo en el acceso a las mismas. En definitiva, el trabajo sigue constituyendo uno de los nexos principales entre las metas individuales y los objetivos colectivos, de ahí su importancia para la comprensión de las sociedades contemporáneas.
 

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